En otro año importante para el cine español, en lo que a taquilla se refiere, se esperaba con gran expectación la adaptación de la exitosa novela de Luz Gabás. Además con todo lujo de medios y con el grupo “Atresmedia” poniendo toda la carne en el asador, pero el producto final deja muchísimo que desear.
En primer lugar, no se puede poner en manos de Fernando González Molina un proyecto de este calibre. Ni por mucho que haya sido promotor de algunos de los mayores éxitos de taquilla y audiencia del grupo televisivo. Premiar con la dirección de “Palmeras en la nieve” a un director con un currículum formado por productos como “Fuga de cerebros”, “Hoy tengo ganas de ti”, “Tres metros sobre el cielo”, “Los hombres de Paco”, “Bienvenidos al Lolita” o “El barco” siempre me pareció una verdadera temeridad… y desgraciadamente no me he equivocado.
El resultado final es una película interminable y soporífera, que se refugia en un cuidado diseño de producción pero que carece de profundidad y alma. Las situaciones y los personajes están estereotipados y resultan ofensivamente monolíticos. Nada fluye mucho más allá de los cánones del género sin aportar un mísero momento creíble y emocionante.
Las motivaciones de los personajes no están bien explicadas y todo afecta al fin y al cabo a un buen elenco de actores desamparados por un realizador inexperto. Y si rescatamos los momentos ambientados en el pasado podríamos salvar de la quema una pequeña parte del producto, algo que se vuelve imposible cuando la historia transcurre en la actualidad. La estupenda Adriana Ugarte naufraga en el sinsentido de una narración pobre y carente de fuerza. En definitiva, no se cuenta una historia de manera coherente.
Solo podría rescatar del desastre a un Mario Casas que, sin ser todavía un gran actor, al menos se deja la piel en cada interpretación y, sin duda alguna, a Berta Vázquez. Ella supone el gran descubrimiento de una cinta que se apoya en ella cada vez que aparece en pantalla para sobreponerse del evidente desaguisado. Hay que seguirle la pista.
“Palmeras en la nieve” pegaría más como mediocre serial televisivo que como superproducción cinematográfica de casi tres eternas horas. Una verdadera lástima.
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Crítica por Andrés Martín
