Es de agradecer el regreso de Almodóvar al drama tras esa desastrosa “Los amantes pasajeros”, sin duda alguna de lo peor del cine español en los últimos tiempos.
La madurez del manchego, y su mejor cine, viene de la mano de dramas intensos en el que la mujer tiene un papel preponderante. “Todo sobre mi madre”, “Hable con ella” y “Volver” constituyen la santísima trinidad del realizador y la plenitud en su forma de transmitir sensaciones y plasmarlas en la pantalla.
“Julieta” retoma ese camino, pero el regusto es inevitablemente agridulce a pesar de la maravillosa Emma Suarez y su necesario y merecido regreso a primera plana.
Para mi sorpresa, el film falla desde el momento que sugiere mucho más de lo que finalmente ofrece. El cineasta crea un laberinto lleno de misterios y preguntas que no llevan a ningún lado, con una resolución sorprendentemente plana.
La historia no emociona y se hace pesada, resulta áspera y de difícil digestión. No encandila a un espectador ávido de giros sorprendentes a la altura del maestro, no hay escenas para recordar y la frialdad inunda el metraje.
Una de las especialidades de Almodóvar era conseguir que los personajes y sus vivencias conectaran fuertemente con el espectador, haciéndole partícipe de la historia. Aquí la película es tan impermeable que somos testigos mudos y quietos de unos acontecimientos que en gran medida crean indiferencia.
Aunque hay que reconocer que no todo es negativo en “Julieta” ya que el estilo de Almodóvar, su personal manera de rodar sigue vigente y se agradece… pero falló la historia y eso, ante la grandeza del manchego, es imperdonable.
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Crítica por Andrés Martín
