Crítica de la película Warcraft: El origen - Guía de Cádiz />

CRÍTICAS


Warcraft: El origen

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CRÍTICA

Para confirmar el lamentable estado de nuestra cartelera en esta época pre-estival, nos toca sufrir la enésima adaptación de un vídeo juego que busca con ansiedad que pasen por taquilla todos aquellos que han malgastado largas tardes junto a su consola.

Esta cosa de “Warcraft” –llamarla película se me antoja una temeridad- continúa la senda de esas lastimosas adaptaciones con las que nos han acribillado en las últimas décadas. Espantos como “Mortal Kombat”, “Street Fighter”, “Tomb Raider” o “Super Mario Bros.” no han aportado nada al séptimo arte y, en ocasiones, ni han tenido la mínima habilidad para movilizar a los fans del jueguecito de marras.

Mi única esperanza de no irritarme en el cine y el clavo ardiendo en la intención de no malgastar dos horas de mi vida era su director. Y es que Duncan Jones, hijo mayor de mi idolatrado David Bowie, siempre me ha parecido un director a tener en cuenta sobre todo por su magnífica “Moon”, una de las obras de ciencia ficción más interesantes, sobrias e inquietantes de la última década. Pero mi gozo en un pozo. Hay que comer y esos productos arriesgados no son los que dan pasta, de vez en cuando hay que venderse y emprender proyectos infames como el que nos ocupa para llenar la cuenta corriente.

De la película poco hay que contar. Un batiburrillo de nombres imposibles de pronunciar, con unos diálogos que parecen escritos por un niño de primaria que alucina con la saga de “El señor de los anillos”. Cansina hasta la exasperación, hasta los efectos visuales te noquean por pura saturación. En definitiva, un ladrillo de proporciones épicas...

Espero que la cartelera mejore en las próximas semanas ya que ver una buena película con el fresquito de una sala de cine, mientras en la calle se muere por abrasamiento, es todo un placer.

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Crítica por Andrés Martín




 


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