Hay fórmulas inagotables en Hollywood, que no dejan de funcionar con el paso de los años y la renovación del “star system”. Las “buddy movies” en las que se acentúan las jocosas diferencias entre ambos protagonistas ya existen desde hace varias décadas y a nadie le hubiera sorprendido que esta historia se hubiera rodado en los 80 con Arnold Schwarzenegger y Eddie Murphy como protagonistas.
Pero aquí nos encontramos a dos nuevas estrellas de la industria que todavía no poseen –y no se sabe si algún día lo tendrán- el carisma de los veteranos citados anteriormente. Y es que Dwayne Johnson es un tipo que cumple con creces su monolítico papel, pero lo de actuar no va con él. Este personaje le pide un tono cómico al que no le permite llegar su limitada expresividad. Y qué decir de Kevin Hart, la nueva estrella afroamericana que no deja de ser una versión reducida de Murphy, al que imita en gestualidad hasta el límite de lo soportable.
Pero a pesar de las comparaciones entre nuevas y viejas estrellas y la repetición de fórmulas de éxito, “Un espía y medio” no está tan mal. Cumple con creces su labor de entretenimiento veraniego intrascendente con correctas escenas de acción –nada espectaculares- y algunos momentos cómicos afortunados. La impresión final es que se lo podían haber currado más, pero parece que había que cumplir unos plazos de rodaje y fechas de estreno y así ha salido… aceptable pero poco más. Este tipo de cine cercano a la bollería industrial es lo que tiene, manda más la búsqueda de la taquilla que el talento.
“Un espía y medio” es un film que se ve y se olvida a una velocidad pasmosa pero cumple su noble deseo de entretener, siempre y cuando le des vacaciones a tu cerebro durante un par de horitas.
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Crítica por Andrés Martín
