El barcelonés Jaume Collet-Serra se ha hecho dueño de una pequeña parcela en la industria americana y es un mérito que hay que reconocer. Sus productos no dejan de estar ubicados en una especie de serie “B” de correcta factura en el que la acción y el terror se dan la mano, con ajustados presupuestos que permiten buenos márgenes de beneficios en taquilla.
“Infierno azul” sigue la pauta de su anterior filmografía, pero aquí se percibe un componente de riesgo que es de agradecer. No busca comparación con la célebre “Tiburón”, porque caería en el ridículo, ni apuesta por el festival pirotécnico del “Deep blue sea” de Renny Harlin debido a su corto presupuesto. Por lo tanto e inteligentemente, Collet-Serra se decanta por una historia minimalista, el clásico desafío entre el ser humano y la bestia pero llevado a su extremo más economizado. Se percibe una deuda con el nuevo cine para jóvenes con factura “Mtv” pero se diferencia de un producto trivial en su inteligente manera de desarrollar la narración.
En un ajustado metraje –no llega ni a la hora y media- el espectador no tiene tiempo de aburrirse y sí de identificarse con la situación límite de su protagonista, lo cual ya es un logro. Sabe dosificar los momentos de suspense pero en la búsqueda del clímax se pierde, en ocasiones, en lo inverosímil.
Otro de los aciertos de la cinta es contar con la encantadora Blake Lively como protagonista absoluta. Su positiva interpretación se enmarca en mi creencia de que estamos ante uno de los grandes valores jóvenes de Hollywood al que todavía no se le ha dado su merecido sitio. Veremos si el éxito de esta cinta unido al nuevo film de Woody Allen le dan el espaldarazo definitivo y merecido a su valía.
“Infierno azul” no pasará a la historia, tampoco lo pretende, pero es un más que correcto y honesto producto de consumo veraniego. No defraudará a todos aquellos que apuesten por ella y eso ya es bastante en uno de los veranos más flojos, en calidad de estrenos, que recuerdo.
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Crítica por Andrés Martín
