Seth Rogen, Jonah Hill y Evan Goldberg se han superado. Tras una década dinamitando los cimientos de la comedia americana con un más que apreciable talento, acaban de llegar a su cénit artístico… a la obra con mayúsculas que puede definir a esta generación de peculiares cómicos.
Y sorprendentemente han alcanzado la cúspide con un film de animación para adultos –sin niños en la sala, por favor-, una suerte de versión descacharrante y lasciva de “Toy story”.
“La fiesta de las salchichas” es una inteligente, corrosiva e irreverente gamberrada que desmenuza con admirable acierto nuestra sociedad. La religión, la política y el sexo son tratados de manera jocosa y desinhibida en un film en el que los productos de un supermercado se convierten en nuestros peculiares y sorprendentes álter ego.
Y no reparan en sutilezas… ¿para qué?. No se cortan en lo soez, pero no desvirtúan ni simplifican su mensaje. Su actitud políticamente incorrecta rompe las limitaciones del cine convencional y se refugia en la animación para dar rienda suelta a un festival divertidísimo y rebosante de saludable imaginación.
En una ajustada hora y media no se deja títere con cabeza aunque, eso sí, se respeta la factura con una puesta en escena de calidad.
Esta jocosa fiesta sorprenderá, agradará y escandalizará a partes iguales, pero es una de las propuestas más refrescantes del cine americano reciente. Chabacana sí, pero con pedigrí…
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Crítica por Andrés Martín