Esta es la prueba evidente del reconocimiento de Hollywood al enorme y creciente poder del mercado chino en la industria. En los últimos tiempos, el mercado del país asiático ha crecido de tal manera que muchas de las grandes producciones americanas recaudan más en China que en su país de origen. El hecho de que una superestrella como Matt Damon preste sus servicios allí resulta bastante significativo y da una idea de lo que puede suceder en el mercado cinematográfico en los próximos años.
Pero desgraciadamente, al visionar “La gran muralla” observo con cierta decepción que se han preocupado mucho más del envoltorio que del contenido. Y es que llama poderosamente la atención que una producción en manos de un maestro como Zhang Yimou resulte tan deficiente. ¿Qué queda del artesano que nos sorprendió con maravillas como “Sorgo rojo”, “Hero”, “La linterna roja” o “¡Vivir!”?... pues, visto lo visto, bien poco…
Damon y Yimou han unido sus fuerzas para un producto vacío, sorprendentemente plano que irrita por lo unidimensional de sus personajes. La historia es anodina y ni el abuso del ordenador puede disimular unas carencias que dirigen al espectador hacia el más absoluto sopor.
En el fondo no deja de ser una superproducción con alma de serie “B” que muestra en cada fotograma un dinero invertido sin alma artística, en una búsqueda facilona de la taquilla.
En China ha logrado su propósito y ha recaudado una barbaridad, pero si esta es la imagen que quieren dar los chinos como potencia cinematográfica mundial van por muy mal camino.
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Crítica por Andrés Martín
