Por fin ha existido un poco de cordura entre los exhibidores españoles y la segunda parte de esta cinta de acción llega a nuestros cines, tras la afrenta de enviar directamente su primera entrega al injusto ostracismo del mercado doméstico.
Poder disfrutar de las andanzas de este nuevo héroe del género en pantalla grande ha sido toda una gozada, potenciando todas las virtudes de su precedente y diseñando una estructura narrativa tan simple como efectiva.
Echábamos de menos a Keanu Reeves en la cresta de la ola, en personajes que permitieran su lucimiento, tras años deambulando por producciones que no merecían a una de las grandes estrellas del cine reciente. Aquí su disfrute traspasa la pantalla, gozando de estar en la piel de un asesino a sueldo que se está ganando a pulso su inclusión entre lo más granado del género.
Y es que “John Wick: Pacto de sangre” es acción de la vieja escuela, no se detiene en absurdos rodeos y ofrece dos horas cargadas de adrenalina. La típica historia de venganza aquí adquiere una nueva dimensión visualmente poderosa y con una manera de entender la lucha como si de una coreografía musical se tratara.
Con una resolución que apunta a trilogía, esta película ennoblece a un género desvirtuado por exceso de efectos visuales y escasa inteligencia. Estamos ante un violento cómic enormemente disfrutable que aguantará varios visionados y el paso del tiempo…
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Crítica por Andrés Martín
