Nadie mejor que el maestro Steven Spielberg para plasmar en imágenes la distópica –y estupenda- novela de Ernest Cline. Su ácida e inteligente crítica a la deshumanización y la creciente dictadura de las nuevas tecnologías se ha convertido en el caldo de cultivo perfecto para que el célebre cineasta nos brinde una nueva joya, un clásico instantáneo.
“Ready player one” es el film evocadoramente definitivo para todos aquellos que crecimos en los ochenta y noventa. Su deslumbrante homenaje a elementos clave de la cultura pop consigue un efecto vibrantemente nostálgico. Spielberg, que desde hace más de cuarenta años diseñó la comunión perfecta entre la calidad y el “blockbuster”, redefine el cine famliar como saludable entretenimiento en una época en la que morimos por saturación de superhéroes.
Resulta asombroso observar cómo sabe conservar el aroma de los clásicos de nuestra niñez pero aplicando las nuevas tecnologías, convirtiendo el film es un espectáculo de enorme magnitud y ritmo frenético que posee la habilidad de no decaer en sus más de dos horas de metraje.
Y, por supuesto, el comentado homenaje a elementos fundamentales de la llamada cultura pop es uno de los puntos fuertes del film. Tanto detalle es imposible de apreciar y valorar en un solo visionado, pero la elegancia y frescura con la que se tratan figuras que ya forman parte de nuestra memoria es emocionante –la escena en honor a “El resplandor” es una maravilla, de lo mejor del cine comercial de los últimos tiempos-.
“Ready player one” es una obra maestra, para qué andarnos con rodeos. Spielberg sigue siendo ese niño grande que conserva todavía su innata capacidad para hacernos soñar.
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Crítica por Andrés Martín
