Creed II: La leyenda de Rocky

La primera entrega de “Creed” demostró, de manera ejemplar, cómo insuflar más vida si cabe a una saga con varias décadas a sus espaldas. El listón quedó demasiado alto, pero esta segunda entrega posee el enorme mérito de ir más allá, de ahondar en mitos de varias generaciones a los que trata con mimo y respeto. No resulta sencillo recuperar personajes que han calado tanto en millones de espectadores y desarrollar sus motivaciones con tanta coherencia.

“Creed II” es un gran espectáculo, pero también es un film con alma. Siguiendo el patrón de la legendaria primera entrega de 1976, los miedos y anhelos de los protagonistas tienen cabida de manera efectiva. Sí, esta entrega nos regala las mejores escenas de combate desde “Rocky IV”, pero también consigue que el espectador muestre empatía por todos los personajes en su vertiente más dramática.
El film está repleto de inteligentes guiños a toda la saga y, como si de “easter eggs” se tratase, propone juegos ocultos a un espectador que quizás necesite más de un visionado para identificarlos.

También debo reconocer que el sentido de la épica no alcanza su cenit en esta entrega, ya que la banda sonora ayuda especialmente y aquí echamos de menos a Bill Conti o Vince Dicola. Señores, el rap y el hip hop no son estilos musicales que emocionen en pantalla.

Y qué decir del bueno de Sly. Que sea una leyenda se lo debe, en gran parte, a Rocky. Su madurez como estrella e intérprete le está permitiendo llenar de sabiduría y templanza a su personaje. Resulta irresistiblemente entrañable en cada plano con cada gesto y mirada.

Es difícil no emocionarse con esta nueva entrega de una saga con la que muchos hemos crecido. Mezclar lo humano y lo grandilocuente con tanta pasión es digno de aplauso. Espero que se convierta en el perfecto colofón de una saga, y unos personajes, irrepetibles.

Andrés Martín

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