La playa del turista 'hippie chic'

La playa de Zahara de los Atunes recibe a viajeros que buscan relax

La playa de Zahara de los Atunes recibe a viajeros que buscan relax

Que en Zahara de los Atunes se come bien no es ningún secreto. Por eso recibe cada verano a muchos viajeros que buscan un turismo diferente al que pueden encontrar en Conil o Tarifa y más parecido al de Vejer: gastronomía y buenas copas, playa no muy abarrotada, hoteles pequeños con encanto y tiendas de artesanía cool.

La playa que recorre la línea de costa del pueblo es una larga franja de 6 kilómetros de arena fina, agua cristalina y muy cuidada y limpia que, pese a tener chiringuitos por doquier y recorrer el centro, no se llena excesivamente, al menos no al nivel de otras playas de la provincia. Quizás los turistas más ruidosos se desplazan a otras playas más atractivas y dejan la del pueblo para los lugareños y los visitantes más tranquilos. La revista Traveler la incluyó en su ranking de las 50 mejores playas de España. Por supuesto.

La pena es que, en los años en que estaba de moda, la construcción se disparó y algunos edificios estropean la vista, pero el pueblo blanco al fondo lo compensa. Y es que Zahara y su playa son, después de unos cuantos veranos en los que estuvo muy masificada, paraíso para quien busca un oasis de relajación, pero que también tenga buen ambiente. Por eso también es el destino costero elegido por muchos famosos españoles que buscan descansar y pasar desapercibidos, ser uno más sobre la arena y en la terraza de turno.

Los paladares más exigentes podrán dar por satisfecha su búsqueda en el pueblo, pero también en los chiringuitos que jalonan la playa, de los tradicionales de arroz con marisco y jarra de cerveza, y no de los modernos, (que también los hay) mientras los pequeños de la familia juegan con libertad en la orilla.

La playa de Zahara invita a lectura reposada, a fruta fresca por la tarde, a paseos con el agua por las rodillas y a unas tapas para cenar al salir de la playa sin siquiera haberse duchado uno. Y el pueblo invita a paseos largos, tertulia relajada y a desaparecer del mapa por unas horas.

Por eso de unos años a esta parte el pueblo se ha convertido en referente del buen gusto y el estilo hippie chic, y su playa es un reflejo de ello. Por sus arenas verás a veraneantes vestidos de marcas de lujo sostenible, todo orgánico, con un bronceado sano y zumos de fruta fresca en mano; veraneantes que llevan años yendo allí, que conocen a la gente del pueblo y de los bares, que pasean con familiaridad por las calles del barrio pesquero y saludan hasta a los perros callejeros. Todo muy en relación con el movimiento slow life.

Me atrevería a decir que, sino la playa perfecta, al menos se acerca mucho; porque aúna tranquilidad, arena y agua limpias y posibilidad de practicar deporte, con chiringuitos al gusto del consumidor. Tampoco es una playa salvaje, si es eso lo que buscan, pero ¿dónde las hay ya a estas alturas?

Todo esto suena un poco parcial. Sobre la playa de Zahara se pueden escuchar todo tipo de opiniones contradictorias: maravillosa, abarrotada, limpia, sucia, que se llena de perros, que no dejan ir con perros... Como siempre, el carácter de la playa (como todo) está en los ojos del que la mira.

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