Los astilleros de todos y para todos | | Guía de Cádiz

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Los astilleros de todos y para todos

  • Localidad: Bahía de Cádiz - Puerto Real
  • Fecha: 15/04/2014
  • Fuente: Diario de Cádiz

Han pasado muchos años desde que una de las joyas culturales de la provincia de Cádiz, y tal vez de Andalucía, el Museo histórico El Dique, abriese sus puertas. El problema es que nadie asomaba por esas puertas por una razón: se encuentra dentro de la zona história de Navantia Puerto Real y, por tanto, en un recinto privado. Pese a los esfuerzos de su director, José María Molina, dedicado a esta labor en cuerpo y alma durante años, las distintas gestiones emprendidas no habían dado sus frutos. Hasta ahora.

Desde el pasado día 4, llegar a este museo de la historia de nuestros astilleros, es cuestión de minutos. Empresas de turismo náutico y agencias de viaje han visto un filón y, tras el visto bueno de Navantia, han comenzado la aventura.

Como explicaron ayer desde la empresa que gestiona las visitas, Viajes Melkart, se puede acceder al recinto museístico tanto de forma individual como por grupos. Hasta el momento, califican la aceptación como "magnífica", y no es para menos. Según sus datos, desde el pasado día 4 han pasado ya por el Museo 356 personas. Todos los jueves, viernes y sábados hay salidas en barco hacia El Dique. Incluso, el pasado viernes, tuvieron que doblar turno y hacer dos salidas. Además, ya cuenta con reservas tanto de grupos como individuales para los meses de mayo y junio, así como para toda la Semana Santa. Precisamente, para estos días, la empresa, "con el ánimo de que los gaditanos puedan visitar el Museo", ha diseñado una oferta especial por la que la tarifa individual de adulto, que tiene un precio de 16 euros, se le reduce un 20%. También los principales hoteles de la capital tienen entradas a su disposición para ofrecérselas a los clientes.

La visita comienza a las diez de la mañana. El viaje desde el muelle hasta el Museo dura una media hora y, el primer impacto llega cuando los viajeros ven a escasos 20 metros el nuevo puente. Con una visión que nada tiene que ver con la que se percibe desde tierra, esta imagen es una de las preferidas por todos.

Ya en el antiguo dique de Matagorda, las caras de asombro van creciendo. Muchos de los visitantes no son de Cádiz y, aunque han oído hablar del astillero, no se llegan a imaginar la belleza del enclave.

Desde allí se organizan ya las visitas. El cupo máximo diario en las instalaciones es de 150 personas, por lo que para días de mucha afluencia, hay preparadas hasta tres rutas distintas con sus respectivos guías, que van dando las explicaciones oportunas.

Desde el dique, los visitantes se dirigen hacia la antigua capilla del astillero, con la estatua del fundador, Antonio López, presidiendo el escenario. Allí vuelven a aparecer las caras de asombro y reconocimiento a un enclave único. A continuación, los guías los llevan hasta el último logro de José María Molina: el reformado taller de forja.

Allí, todos pueden ver en las paredes los nombres de los casi mil hijos de astilleros, como tituló este periódico en su día, todos los barcos construidos entre Cádiz y Puerto Real desde el origen de estas instalaciones.

Una vez inmortalizados muchos de los nombres de esos barcos que permanecen en el recuerdo de quienes visitan el recinto, se dirigen al Museo en sí. Sus cuatro plantas no dejan indiferente a nadie. Aunque hay quien se imagina que va a ver herramientas antiguas o algo similar, nadie espera los tesoros que alberga esta instalación. Desde la antigua sala de bombas, a los primeros útiles con los que se configuraban los barcos, pasando por restos arqueológicos de incalculable valor, las primeras fotografías en cristal que se hicieron en el dique, o el recorrido histórico por la etapa más moderna. Para acabar, visita obligada a los restos del castillo de Matagorda.

Un auténtico lujo que ya está al alcance de cuantos quieran alejarse de la realidad de los astilleros de hoy y recordar de dónde viene una de las principales industrias de la historia de Cádiz.

En tres horas (la visita en sí misma dura hora y media), se consigue, como afirman desde la agencia de viajes que lo organiza, que el cien por cien de los viajeros vuelva contento. Para algunos, es el descubrimiento de algo que no conocían; para muchos, la sorpresa de saber que a escasos metros del centro de Cádiz hay un mundo nuevo abierto a sus ojos, el que probablemente vivieron sus antepasados.


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