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La Junta se decide al fin a abrir al uso público el poblado de Los Hurones

Por primera vez en muchas décadas una administración pública que no sea el Ayuntamiento de San José del Valle ha puesto sobre la mesa, parece ser que de manera seria, la posibilidad de abrir al uso público el poblado del pantano de Los Hurones, una de las joyas medioambientales más desconocidas de la provincia de Cádiz. No aceptó darle uso público a este enclave su primera propietaria, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) dependiente del Gobierno central, y no lo hizo luego su segunda dueña, la Agencia Andaluza del Agua dependiente de la Junta de Andalucía... hasta ahora.

La nueva puerta que se abre para el poblado se produjo tras la visita realizada ayer por la mañana al lugar por el viceconsejero de Medio Ambiente y Ordenación de la Junta de Andalucía, Ricardo Domínguez; el delegado del Gobierno andaluz en la provincia de Cádiz, Fernando López Gil, y el delegado territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Federico Fernández. Al término de la misma, el número dos de la Consejería de Medio Ambiente anunció que la Junta ya está estudiando alternativas para abrir al uso público un poblado que, pese a llevar décadas abandonado, presenta un aceptable estado de conservación. Este hecho, unido a su privilegiada ubicación entre los parques naturales de Los Alcornocales y Sierra de Grazalema, confiere al poblado del pantano de los Hurones, según los representantes de la Junta, "unas condiciones excepcionales para el desarrollo de actividades turístico-recreativas en la naturaleza".

De momento la Administración andaluza no da más detalles sobre cuáles serían los posibles usos que podría dársele al lugar, limitándose a subrayar que se valorarán las diferentes estrategias de futuro "que permitan que este espacio se abra al disfrute de los ciudadanos".

Hasta ahora sólo el Ayuntamiento de San José del Valle, municipio donde se levanta el poblado, había alzado la voz para darle vida a este enclave natural. Tanto al Gobierno central primero como a la Junta de Andalucía después, el Ayuntamiento vallense había reclamado la cesión parcial de esas edificaciones. La idea era crear una pequeña villa turística transformando las viviendas existentes en apartamentos y hacer lo propio con un edificio de mayores dimensiones que antaño gestionó la comunidad salesiana y que se pretendía convertir en un pequeño hotel rural. Pero estas pretensiones municipales jamás encontraron respuesta por parte de las administraciones superiores.

Ayer, el alcalde de San José del Valle, Antonio García (PP), aplaudió el cambio de actitud de la Junta y anticipó el visto bueno del Ayuntamiento a los nuevos usos que se definan. "Siempre he dicho que el poblado de Los Hurones es un diamante en bruto aún por explotar y que el Ayuntamiento respaldará cualquier iniciativa que se plantee y que permita generar empleo. No sabemos aún los planes de la Junta pero si el proyecto lo va a liderar la Consejería de Medio Ambiente, seguro que no se cometerá ningún disparate, por lo que los enamorados del poblado entiendo que pueden estar tranquilos", reflexionó el regidor vallense.

En las últimas décadas sólo hubo un amago por parte de la Junta de dar vida a este poblado. Fue en 1998, cuando el entonces delegado provincial de Turismo, el andalucista Ricardo Chamorro, destacaba el "reconocido potencial turístico" de este enclave, aunque esas pretensiones, siendo entonces propietaria del poblado la CHG, se quedaron en meras intenciones.

Ubicado en el término municipal de San José del Valle aunque más cercano a Algar, el poblado del Charco de Los Hurones data de mediados del siglo pasado y se levantó para dar alojamiento a los operarios que trabajaron en la construcción de la presa. En la actualidad cuenta con 34 viviendas de las que sólo una quinta parte están habitadas por el personal de la Agencia Andaluza del Agua que se dedica a las labores de mantenimiento del embalse.

El poblado tiene dos características: una es su enclave natural, rodeado de extensa vegetación y fauna de lo más variada, y la segunda es el buen estado general de conservación de sus edificaciones pese a las décadas que llevan la mayoría de ellas sin utilidad alguna, incluida la iglesia.