¿Otro film más sobre el hombre araña?... eso es lo primero que pensé cuando me enteré de este nuevo proyecto. Pero dejemos los prejuicios a un lado porque esta no es una propuesta cualquiera, ya que estamos ante uno de los “reboot” más sublimes, refrescantes y apasionantes que se recuerdan.
Este “Nuevo universo” ha sido concebido para saltarse todas las reglas, olvidando los cánones del género para transgredir no solo la animación ya que, de un plumazo reinventa también el cine de superhéroes.
Estéticamente fascinante y narrativamente vertiginosa, su tono desenfadado da nueva vida al mito y aporta esperanza a aquellos que pensamos que los tiempos de gloria de los héroes del cómic, en la gran pantalla, está llegando a su fin.
Es innegable su desparpajo, pero también la capacidad de conmover a un espectador que queda noqueado por la sorprendente propuesta. Cuando todos pensaban que el “universo arácnido” poco bueno podía ya aportar, los creadores de esta joya crean un nuevo ecosistema para el héroe, una reinvención que debería ruborizar a todos aquellos “genios” que llevan décadas explotando el mismo filón decantándose, de forma anodina y desvergonzada, más por la taquilla que por el factor sorpresa, o sea, el talento…
Este nuevo “Spider-Man” resulta entrañable, gana a niños y mayores en su afán por descubrir una saludable nueva manera de hacer cine y, estoy convencido, que creará escuela. Encorsetarla como cine de animación o de superhéroes supone minimizar semejante obra. Estamos ante cine con mayúsculas, una de las grandes y agradables sorpresas de este año que ya termina.
Andrés Martín