Un nuevo film de Tim Burton siempre es motivo de alegría y expectación para todos aquellos que admiramos a uno de los cineastas más personales y arriesgados de las últimas décadas. Pero el problema de esta película radica en la imposibilidad de Burton de liberarse del ajustado corsé de la industria.
"Dumbo" y su mundo circense –a pesar de trabajar con un guión ajeno- eran, a priori, el caldo de cultivo perfecto para que el director añadiera a su célebre galería nuevos personajes brillantes y estigmatizados, seres peculiares con un carisma desbordante. Además, el reparto nos ofrecía esperados reencuentros de clásicos del realizador como Keaton o DeVito… ¿Qué podía fallar?.
El film es correcto, a ratos vibrante y entrañable, cumpliendo con los cánones de la Disney sobre cómo cuidar su impecable y valioso catálogo, pero apreciamos poco rastro del estilo "Burton". El corsé que comenté antes ha impedido que el cineasta pueda imprimir su sello a este producto, donde no le ha quedado más remedio que facturar un film que huele demasiado a mero encargo. Sin la Disney vigilando sus pasos, nos hubiese regalado una obra mucho más oscura pero también más atractiva y arriesgada. Esta no debería ser necesariamente más enfocada a los adultos, pero sí más barroca y rica en unos matices que la alejarían de la medianía.
"Dumbo" al final se ha quedado en un querer y no poder, resultando un entretenido film para toda la familia que no pasará a la historia ni será recordada, por supuesto, como un clásico del director. La Disney, en su desaforada búsqueda de la taquilla a base de "remakes" de sus célebres films de animación, bien podría haber encargado esta película a un director menos conocido porque el resultado hubiese sido similar. Esto, en manos de un tipo genial como Tim, me ha parecido una oportunidad perdida.
Andrés Martín