Las Bodegas de Barón están ubicadas entre la zona baja y el barrio alto de la Ciudad, frente a la desembocadura del río, expuestas a las brisas marinas.
La Bodega de Molinillos, complejo de crianza y soleras, es el lugar fundamental de los finos y manzanillas. Sus naves centrales datan de 1871 y continúan albergando las antiquísimas soleras de D.Anselmo. En la nave "San José" los vinos son de proverbial exquisitez. No hace mucho, comentaba uno de los mayores entendidos de Jerez del mundo, que aún tenía en la nariz la segunda de San José, que fue lo primero que olió, hace más de 50 años, cuando comenzaba con su tío este difícil arte de catar. Otras bodegas, Trabajadero, Carretería para olorosos; Regina para los valiosísimos amontillados y moscatel, Tartaneros, etc. En total, de unos veintemil metros cuadrados de superficie dispone Barón para albergar las vasijas, cerca de diez mil botas de roble americano envinado con mucha antigüedad y con soleras de más de 150 años de vejez. Y es que "el mejor bodeguero es el tiempo".
Para el vino jóven, al que quedan por lo menos tres años para crecer, todos los cuidados son pocos. En Barón la penumbra de sus bodegas es más recia, más íntima. La humedad de sus suelos es constante. Los "rociados" son de poca cantidad y frecuentes. Por todo ello se ha mantenido a lo largo de tantos años el prestigio de sus manzanillas y amontillados; de sus finos y olorosos; de sus moscatel y de sus creams.
Sólo con esta manera de hacer, con la tradición secular de sus mayores, Barón quiere continuar guardando la nobleza de sus soleras. Y es que sacrificamos mucho a la calidad.