Fué en la segunda mitad del siglo XVIII cuando llegó a la floreciente ciudad de Jerez de la Frontera, Don Juan Sánchez de la Torre con la intención de dedicarse al próspero comercio de sus famosos vinos.
En 1781 fundó su propia bodega, haciéndose muy célebre entre los Jerezanos por la elevada calidad de sus vinos y por la importancia de sus obras sociales y culturales que realizaba, propias de un generoso mecenas que contribuyó a fomentar la educación, la ilustración y las artes en Jerez de la Frontera.