Esta playa es la continuación de la playa de la Barrosa. Está delimitada por la presencia de un acantilado, de paredes no muy verticales, poblado de vegetación arbustiva variada, que en el período de primavera muestra una floración sorprendente. Es de arena dorada y fina, y hay partes que quedan inundadas. El tipo de oleaje es moderado. La vigilancia y salvamento los realiza la Cruz Roja. Hay un único restaurante. Dispone de zonas de aparcamiento; en algunas hay que abonar un módico importe. También existe servicio de mantenimiento.