En la actualidad, pocos cineastas crean expectación con una nueva propuesta… Polanski es uno de esos elegidos.
Quizás porque su enorme obra se encuentra alojada en la memoria del cinéfilo, cualquier nuevo trabajo del veterano genio se espera y se degusta con interés. Tampoco debemos pecar de ilusos y pensar que nos va a regalar una cinta a la altura de sus clásicos porque sabemos de sobra que su mejor momento pasó, pero “Basada en hechos reales” contiene elementos que no desvirtúan el mito.
Polanski regresa a terrenos de sobra conocidos, tomando como referencia la novela de Delphine de Vigan para recrearse en ese thriller psicológico que maneja con tanta soltura. El director plasma elementos fáciles de identificar en su obra, pero patina en su manera de vigorizar un film que peca de lánguido y donde la tensión y el erotismo se quedan en tierra de nadie. La tan aplaudida y enfermiza visión que posee a la hora de narrar historias se queda en un quiero y no puedo, en un desperdicio de factores a los que hubiese sacado un enorme partido en los 70.
Y con todo esto quiero remarcar que “Basada en hechos reales” sería una obra encomiable para cualquier otro realizador, pero el listón tan alto que tenemos con Polanski nos impide aplaudir en exceso esta recopilación de tics y clichés que salva una enorme Eva Green, auténtico motor de la cinta. Si esta maravillosa actriz hubiese coincidido con el genio en otra época, la hubiese convertido en su musa y objeto del deseo del espectador más morboso.
De todos modos, siendo una obra menor en su filmografía, posee más inteligencia en cada plano que la mayoría de films estrenados este año. No deja de ser una modesta pero válida lección de cine.
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Crítica por Andrés Martín
