Las adaptaciones de la obra de Jack London siempre han funcionado bien en pantalla. Desde "Colmillo blanco" hasta "El lobo de mar" de Michael Curtiz, pasando por "La llamada de la selva" con Clark Gable –referencia directa del film que nos ocupa-, todas nos han ofrecido didácticas y emotivas historias humanas.
Con "La llamada de los salvaje", Hollywood intenta recuperar el espíritu de las clásicos familiares de aventuras, cine para toda la familia donde mayores y niños encuentran motivos de sobra para disfrutar… pero aquí se consigue solo a medias.
Y no debemos olvidar que el gran atractivo del film es Harrison Ford, en uno de sus papeles más interesantes en años, que muestra su profesionalidad y experiencia al servicio de un film donde corría el riesgo de quedar como mera comparsa al lado del animal protagonista.
El film es emocionante, entrañable a ratos y con una factura impecable. Además el mensaje cala en el espectador sin necesidad de sensiblería y la narración tiene gancho. Entonces, ¿qué puede fallar?... pues lo que menos podíamos imaginar.
Buck, el perro protagonista, es sorprendentemente artificial. En una era donde los efectos visuales por ordenador son salvajemente perfectos, aquí nos encontramos con una superproducción de ciento treinta y cinco millones de dólares de presupuesto que es incapaz de crear un protagonista canino mínimamente natural. Y el espectador lo nota…
De todos modos, el film es enormemente disfrutable. Cine para todos los públicos a la antigua usanza.
Andrés Martín
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