J.J. Abrams es un genio, así de simple. Y es un enorme recuperador de sagas desvirtuadas. Ya lo hizo en 2.006 con la tercera entrega de “Misión Imposible” tras el deslavazado producto que nos brindó John Woo. Y qué decir de la saga “Star Trek”, una de las series más sobrevaloradas y aburridas que recuerdo. Sus dos nuevas visiones de la saga galáctica son lo mejor que nos ha ofrecido la tripulación de la “Enterprise” en más de medio siglo.
Pero acometer una tercera trilogía de la saga “Star Wars” son palabras mayores, más todavía si tenemos en cuenta el sabor agridulce que nos dejaron los últimos tres capítulos, en los que George Lucas desvirtuó su propia leyenda ofreciéndonos mucho efecto visual y poca historia con alma.
“El despertar de la fuerza” es la secuela que todos esperábamos desde aquel lejano 1.983 en que se estrenó “El retorno del Jedi”. Para regocijo de todos, esta nueva entrega recupera el espíritu de la mítica saga original. Sabe jugar a la perfección con el factor nostálgico, tan importante para el público, sin desmerecer la mitología que rodea a los personajes.
La historia está bien desarrollada, tan frenética como entretenida, acertando con el regreso como guionista de Lawrence Kasdan tras firmar esa obra maestra que fue “El imperio contraataca”, demostrando que trata con dulzura y especial cuidado a unos personajes que ya forman parte de la cultura popular.
El film engancha desde la primera escena y todo cobra sentido, descubriéndonos aquellos que ya tenemos una cierta edad con la misma ilusión que hace más de treinta años. Pero otro de los grandes méritos de esta entrega no reside solo en saber tratar con mimo a sus personajes más emblemáticos, sino también haber logrado encontrar nuevos alicientes para las futuras entregas. Jamás hubiera imaginado una actriz mejor que Daisy Ridley para tomar el testigo, cual joven y femenina Skywalker, llevando sin aparentes problemas el peso narrativo de una obra creada para marcar una época. Incluso John Boyega pasa con nota, aportando la cuota afroamericana que en su momento personificaba Billy Dee Williams.
Treinta años desde los últimos acontecimientos y todo fluye, sin necesidad de agradar a la fuerza al espectador con la continua presencia de la santísima trinidad de la saga. De hecho, la presencia de Ford, Hammil y Fisher se produce con cuentagotas. Como siempre, Han Solo es el que roba la función, muy por encima de una Leia a la que el botox de Carrie Fisher le hace un flaco favor interpretativo. Incluso el villano es carismático y atractivo… y hasta aquí puedo leer, para no caer con facilidad en esos “spoilers” que arruinarían la película.
“El despertar de la fuerza” no es solo un espectáculo mayúsculo, sino una obra magistral que ennoblece el cine de aventuras y permite disfrutar a las nuevas generaciones de las viejas sensaciones que tuvimos aquellos que visionamos la primera trilogía en los cines de los 70 y 80. La segunda trilogía queda atrás, afortunadamente, como una mala pesadilla. Este es el inmejorable inicio de una nueva saga que, a buen seguro, formará parte de nuestras vidas. No se la pierdan.
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Crítica por Andrés Martín
