Denis Villeneuve viene avisando desde hace años, casi de puntillas y sin armar ruido, que puede llegar a convertirse en una de las referencias del cine de la próxima década. En sus manos está la esperada secuela de “Blade runner” sin olvidar que sus anteriores “Prisioneros” y “Sicario” son potentes y ejemplares prodigios de narración.
Era de esperar que, viniendo del cineasta canadiense, “La llegada” no fuera la típica película “made in Hollywood” sobre invasiones extraterrestres a pesar de que su tráiler nos pueda llevar a engaño.
Que su punto de partida se acerque más a “Encuentros en la tercera fase” que a “Independence day” es de agradecer y denota el grado de inteligencia que esperamos del cineasta, pero a pesar de sus buenas intenciones el resultado final resulta algo deslavazado.
Es innegable su, a ratos, fascinante e hipnótica puesta en escena. Ese minimalismo imperante–en el que se sumerge también su banda sonora- capta la atención del espectador hasta que se vuelve en su contra por la alarmante falta de nervio en su desarrollo.
La fascinación se vuelve tedio cuando descubrimos que el desenlace es más predecible de lo que el director desearía y todo se nos muestra de una manera exasperantemente pausada y, a veces, irritante.
Esta propuesta de ciencia ficción se pierde en derroteros existencialistas, optando por una versión “Zen” del género que convence pero ni impacta ni emociona.
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Crítica por Andrés Martín
