Ante todo debo dejar constancia de mi repulsa hacia esa denigrante y absurda campaña mediática para boicotear esta producción. Cierto que Trueba estuvo muy desafortunado en sus declaraciones, pero no se puede condenar de antemano y con tanta saña el trabajo de un equipo artístico de este nivel.
“La reina de España”, tardía secuela de la magnífica “La niña de tus ojos”, pasará a la historia más por el revuelo viral que ha generado que por su calidad cinematográfica que, dicho sea de paso, no es demasiado alta.
El gran problema de este film radica en su aroma anacrónico, presentándose como “rara avis” en un panorama cinematográfico que ya no demanda estas películas “corales” como lo hacía en los 80 o 90.
El film pierde en todas y cada una de las comparaciones con su predecesora, porque donde allí había chispa e ingenio aquí abunda la frialdad, el tedio y cierto olor a naftalina.
Cierto es que su plantel de actores está a gran nivel, sobreponiéndose a un débil guión –se echa en falta al Azcona de la primera entrega- que les permite poco lucimiento pero hay que reconocer que la pléyade de secundarios que inunda el film lo salva del descalabro.
“La reina de España” no es un mal film pero su efecto nostálgico, lejos de favorecerle, lastra en exceso sus posibilidades. Además, Trueba es hoy en día la sombra de aquel realizador vigoroso que ayudó a cambiar el cine español hace varias décadas.
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Crítica por Andrés Martín
