Tras la estimable “La Visita”, era de esperar la “resurrección” de un cineasta tan atractivo como sobrevalorado. “Múltiple” no deja de ser una irregular confirmación del regreso de un Shyamalan que, en su ansia de no provocar indiferencia, aquí intenta un doble salto mortal – con “crossover” incluido – que a buen seguro marcará su carrera a pesar de sus innegables defectos.
Este ejercicio de suspense parte de una base argumental demasiado trillada como para sorprender a cualquier espectador mínimamente instruido. El recurso de las personalidades múltiples ya ha sido tratado – con desigual fortuna – a lo largo de la historia del cine, así que al amigo Shyamalan no le quedaba otra que “rizar el rizo”. De este modo, su audacia se basa en una deslavazada mezcla de géneros y en dejar en manos de un colosal James McAvoy – por fin se arranca la etiqueta de actor soso, lánguido y falto de carisma – el peso de la cinta.
Pero bajo esa audacia se esconde una manera conservadora de afrontar el producto. Todo aquí es frío, por momentos anodino, brillando por su ausencia la capacidad de asustar al espectador. Tanta torpeza en afrontar este género quizá sea provocada intencionadamente, porque no creo que al director de “El sexto sentido” se le haya olvidado sabe recrear ambientes opresivos y asfixiantes.
“Múltiple” parece, y al final resulta ser, un film de transición hacia una idea tan brillante como algo desquiciada. Pretende engancharse al lucrativo universo de los superhéroes pero a su manera, utilizando sus armas y recuperando elementos de su filmografía anterior… y hasta aquí puedo leer, porque mucho se está comentando sobre su desenlace al que, por cierto, yo asistí impasible, como con casi todo el metraje anterior.
Si esperáis un film que os clave en la butaca a base de elementos típicos del suspense o terror, esta no es vuestra película. Pero si os dejáis subyugar por la propuesta paralela y aceptar que se promete mucho más de lo que se nos está dando, la disfrutaréis enormemente. Yo, sin embargo, sigo pensando que me han dado gato por liebre…
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Crítica por Andrés Martín
