Es innegable que Christopher Nolan es uno de los grandes cineastas surgidos en los últimos tiempos, su cine posee una madurez e inteligencia encomiables y su puesta en escena posee un sello muy personal… pero su visión de un crucial acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial le ha quedado un tanto desangelado.
A Nolan con “Dunkerque” le ha dado un furioso ataque de minimalismo. Aquí todo es sencillo y frío, sin interés en refugiarse en la épica constante en este tipo de producciones. Incluso las escenas de combate son anodinas y repetitivas, se elige el factor psicológico de los personajes antes que el espectáculo… y no funciona.
Pero lo peor del film es un insoportable tono aséptico que crea una borrosa capa impermeable que no permite al espectador empatizar con los protagonistas. Esta falta de pasión –la insufrible banda sonora de Hans Zimmer, más propia de ascensores o salas de espera tampoco ayuda- provoca que los presuntamente duros acontecimientos relatados en el film sean observados con indiferencia desde una posición cercana al aburrimiento.
Que nadie espere quedar impactado al estilo de la primera media hora de “Salvar al soldado Ryan”, nada más lejos de la realidad. Donde Spielberg impresionaba Nolan provoca bostezos. Y es que Christopher se encuentra bastante lejos del maestro… por ahora.
En “Dunkerque” todo es olvidable y prescindible, un fallido film en una carrera repleta de obras innovadoras. La próxima vez será, Nolan…
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Crítica por Andrés Martín
