La magia del cine reside en esas grandes sorpresas que te regala cada cierto tiempo, casi sin esperarlas, convirtiendo su visionado en un sincero acto de reconciliación con un séptimo arte que languidece en ideas mientras avanza en desafíos técnicos.
El éxito teatral de la obra de Javier Ambrossi y Javier Calvo pedía a gritos una adaptación cinematográfica y el resultado no puede ser más maravilloso. Esta película, pequeña en pretensiones pero enorme en su desarrollo, es la respuesta perfecta a estos tiempos de descreimiento que estamos viviendo. Y no solo me refiero al alejamiento de la religión por una gran parte de los jóvenes, sino a la ausencia de valores que antes creíamos intocables.
Y es que “La llamada” no es solo una película sobre religión sino que apuesta, en forma de comedia musical y con asombroso acierto, por convertirse en un gozoso y colorido canto a la amistad, al amor en todas sus formas y esencias y, en definitiva, a la vida.
Impresiona su sencillez y honestidad, su menos es más, el deseo de alegrarnos el día con una historia tan sincera que llega a estremecer. La religión y la búsqueda de la fe se narran desde un prisma elegante y respetuoso, sustituyendo la irreverencia por gracia a raudales.
Y cómo olvidar ese impagable cuarteto protagonista formado por unas irresistibles Macarena García, Anna Castillo, Belén Cuesta y Gracia Olayo que consiguen que acabes enamorándote de ellas, de su espontaneidad y su sencilla grandeza a la hora de afrontar sus interpretaciones.
“La llamada” ofrece un saludable torrente de sensaciones y la oportunidad de reencontrarnos con los aspectos más bellos de la vida. Una joya…
Ver ficha de la película
Crítica por Andrés Martín
