Estamos ante un film con una temática que encanta al público norteamericano. Nada mejor que una historia de superación personal para emocionar a la audiencia pero, afortunadamente, “Wonder” posee elementos suficientes para perdurar en el tiempo.
Basada en el best seller de Raquel Palacio, la historia se desarrolla con una madurez y coherencia admirables. Como todo film de este tipo corre el riesgo de caer en la más ruin sensiblería, pero la evita con inteligencia y la pasmosa honestidad de las interpretaciones de sus protagonistas.
Sin poder olvidar la más dura y también estupenda “Máscara” que nos regaló Peter Bogdanovich en 1985, “Wonder” posee la fortuna de tener como referencia –aunque irreconocible- al joven Jacob Tremblay, que ya nos maravilló hace un par de años en la irregular “La habitación”. Él es la película y gracias a su buen hacer se construyen los cimientos de un film que navega con fortuna entre el drama y la comedia, huyendo de convencionalismos que la condenarían a mero telefilm de sobremesa.
La vitalidad que contagia es admirable y consigue emocionar al espectador sin jugar con las cartas marcadas, aportando saludables lecciones de vida que podrán ser interesantes y del agrado de niños y mayores.
“Wonder” no es un film redondo pero tampoco tiene la pretensión de serlo. En su humildad se refugian sus buenas intenciones, las que lo convierten en uno de los films americanos más respetables del curso.
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Crítica por Andrés Martín
