Dwayne “The Rock” Johnson es un crack, hay que admitirlo. Ha encontrado su perfecto lugar en la industria y explota su cuota de mercado sin rubor alguno y con mucha gracia. Poco importa su limitación como intérprete porque él se ha convertido en el héroe de videoclub que tanto admiramos en los 80 pero, eso sí, con enormes presupuestos.
Sus films son costosas producciones de serie “B”, aunque pueda resultar incongruente tal afirmación, y este “Proyecto Rampage” no iba a ser -¡para qué!- una excepción.
Estamos ante un film basado en un videojuego, por lo que el máximo nivel de delirio está permitido. Además el film no engaña a nadie y entretiene una barbaridad desde su propia honestidad. Los efectos visuales resultan estupendos y el producto cumple con su función de cine “palomitero”.
Incluso cuando la trama intenta volverse sesuda, lejos de provocar estupor logra dejar en el espectador una sonrisa condescendiente… aquí todo vale, señores.
Sí… sé que estoy siendo demasiado permisivo con un film de este calibre, pero odio profundamente los productos pretenciosos, las ínfulas de estrellas que juegan a ser lo que no son. Cuando un ¿actor? tan taquillero como Johnson es lo suficientemente humilde como para reconocer sus limitaciones, sin duda, tiene mi aplauso. ¿Qué el público algún día podría cansarse de recibir siempre lo mismo?... pues que le quiten entonces, al bueno de “The Rock”, lo “bailao”…
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Crítica por Andrés Martín
