A la Marvel hay que reconocerle, a pesar del peligro de saturación, que está sabiendo mimar su producto. Una década de films conectados entre sí para desembocar en esta propuesta ¿final? que pretende convertirse –y lo consigue- en el definitivo film de superhéroes.
De los muchos aspectos a admirar en este nuevo capítulo debe destacarse, sin duda, el cuidado perfil del villano de turno. Conscientes de que la talla del héroe se mide en consonancia a la altura de su némesis nos regalan a un Thanos multidimensional, rico en matices y motivaciones que enriquece y dispara el interés en el film.
Con este acertado punto de partida, los hermanos Russo se muestran cómodos en la complicada tarea de repartir cuota de pantalla a la infinita nómina de personajes que proponen, lidiando con el posible malestar de los fans ante el destino de sus héroes favoritos.
Con todo el film es tan entretenido como equilibrado, inteligentemente desarrollado entre la épica y la tragedia, donde los momentos más pausados no resultan tediosos mientras que la acción impacta tal y como mandan los cánones.
“Vengadores: Infinity War” propone un fin de ciclo que cala en el espectador, obra sombría donde no se busca el aplauso fácil y que es a la Marvel lo que “El imperio contraataca” al universo “Star Wars”. Que este film se convierta en un clásico dentro del género dependerá de cómo resuelvan la historia dentro de un año, pero por ahora estamos ante la definitiva dignificación del cine de superhéroes.
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Crítica por Andrés Martín
