En la búsqueda de la Marvel por explotar el filón hasta la saciedad, nos encontramos con este “hombre hormiga” que a priori posee un escaso interés, pero que ofrece más de lo esperado aún sin explotar, desgraciadamente, todo su potencial.
“Ant-Man” es una propuesta repleta de buenas intenciones pero que falla en su indefinición. Deja entrever un lado gamberro y socarrón que le derive hacia momentos de desternillante comedia… pero no llega. Y si la tomamos como una película en la que la acción puede ser el factor imperante, se queda corta. Las escenas de acción son escasas y no alcanzan, ni de lejos, la grandilocuencia de sus colegas de cómic.
El gran problema de esta película es que está rodada de una manera plana. Las oportunidades del film se disipan ante la preocupante desidia de un Peyton Reed al que le viene excesivamente grande el proyecto. Repasando su filmografía, repleta de comedias intrascendentes como “Dí que sí” con Jim Carrey, “Separados” con Jennifer Anniston o “Abajo el amor” con Renée Zellweger, podemos entender de mejor manera las muchas deficiencias de este film.
Desaprovechar la vis cómica de Paul Rudd es un sacrilegio. “Ant-Man” debería haber sido la consagración a nivel mundial de un estupendo cómico que solo ha triunfado hasta el momento en el mercado americano. Se sugiere más que se muestra el potencial de Rudd, que acaba diluido en la falta de personalidad de la propuesta. Aún así, muchos de los momentos más recordados de la película son suyos.
Es de agradecer la presencia de todo un clásico como Michael Douglas. Aporta al film un empaque que no merece y disimula en muchas ocasiones sus muchas deficiencias. Si al desaprovechamiento de Rudd unimos la suerte de contar con un grande como Douglas, el enojo va en aumento. Y es que el problema del cine actual – y de esta película- es no saber aprovechar los maravillosos mimbres que proporciona un enorme presupuesto. Directores de medio pelo como Peyton Reed cubren expediente, no arriesgan y deciden entregar a la productora un film plano y con escaso nervio, casi sin alma.
Espero que estos mimbres se encuentren en manos más capaces cuando se decidan emprender las nuevas aventuras de este pequeño – y por ahora- desaprovechado héroe.
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Crítica por Andrés Martín
