Es de aplaudir el regreso de Judd Apatow a la dirección. Quien revolucionara la comedia americana hace una década con films como “Virgen a los cuarenta” o “Lío embarazoso”, convirtiéndose en fiel cronista de las neuras de treintañeros y cuarentones y acertando de lleno con un humor procaz pero también inteligente, vuelve a dar en el clavo con una película coherente y divertida que te atrapa desde el mismo prólogo, un brillante ejercicio metafórico que marca –para bien- el devenir de la película.
Y sin duda el gran acierto de Apatow a la hora de desarrollar el proyecto reside en dejar que sea, la por ahora desconocida por estos lares, Amy Schumer la que convierta el film en su brillante show particular. Y es que descubrir a Schumer ha sido todo un placer, en ella tenemos una cómica que no ha necesitado al Saturday Night Live para hacerse popular en los USA – posee un programa a base de sketches que funciona muy bien- y que pedía a gritos el salto a la pantalla grande.
Suyo es el guión y el protagonismo absoluto, no permitiendo que la historia decaiga y reservándose un puñado de gags verdaderamente afortunados. Teniendo en cuenta que la película respeta con pulcritud los cánones clásicos de la comedia americana, ya se encarga Amy de dinamitarlos en muchos momentos con situaciones tan políticamente incorrectas que hacen las delicias de los que ya tenemos cierta edad. Clava situaciones, sensaciones y diálogos de cualquier pareja cuyos miembros han nacido en los setenta o comienzos de los 80 y en esa fácil identificación con los personajes radica el éxito de la película.
No ha inventado la pólvora, no innova, pero “Y de repente tú” es una de las propuestas más regocijantes del año. Descubrir a Amy Schumer y ser testigos de su bautismo cinematográfico es uno de los grandes momentos del año. La comedia americana ya tiene a su enésima “nueva reina”… pero espero que su talento se prolongue en el tiempo y no caiga en el olvido inmediato.
Ver ficha de la película
Crítica por Andrés Martín
