Cuesta escribir sobre un producto tan infame como este. No es fácil porque simplemente merece como comentario una única palabra: Basura.
Y es que lo nuevo de Álex de la Iglesia no merece otro calificativo. Pretende ir de moderno y nos obsequia con una película casposa con un insoportable tufillo a naftalina. Cine pasado de moda, arcaico en su realización, plagado de situaciones lamentables alentadas por un guión nefasto.
Una comedia sin gracia que vive de clichés vistos mil veces con anterioridad, que engrandece aquellas antiguas “españoladas” que se rodaban con cuatro duros y con algo más de imaginación.
De nada sirve ampararse en un espectacular reparto, porque el muy deficiente desarrollo del producto les arrastra a todos al precipicio. Solo la frescura de Blanca Suárez y la eterna profesionalidad de Carmen Machi y del siempre infravalorado Mario Casas se salvan de la quema, del desastre generalizado.
Hubo un tiempo en el que cada film del director vasco era esperado con expectación, aún sin importarnos demasiado sus frecuentes errores cristalizados en películas fallidas como “Perdita Durango”, “Muertos de risa” o “La chispa de la vida”. Poco importaba lo anterior cuando podíamos disfrutar de films estupendos como “El día de la bestia” o esa auténtica joya que fue “La comunidad”, magistral tratado sobre la codicia humana.
Tras este atentado al buen gusto perpetrado por alguien que puede ofrecer mucho más de sí, solo espero que el film se siga estrellando en taquilla – para tortura de ese productor de medio pelo que es Enrique Cerezo, cuya olvidable “filmografía” es para analizarla con detenimiento – y que ello sirva para el reciclaje del autor.
Y a Raphael no le podía olvidar, porque es tan monumental el desastre en el que estaba envuelto que hasta un artista enorme en talento y carisma se ve absorbido por este ridículo producto. En fin, un bodrio para recordar durante años…
Ficha de la película
Crítica por Andrés Martín
