Una de las grandes noticias cinematográficas de la última década fue la recuperación de la emblemática saga de James Bond. La entrada de Daniel Craig supuso –para mi sorpresa- un giro más maduro, áspero y oscuro para una serie que con Brosnan había caído ya en la autoparodia, en tramas blandas y con escasa emoción.
Craig compuso un 007 macarra, anabolizado y con escaso sentido del humor que huía del glamour simplón de algunos films de la saga. La arriesgada apuesta para reinventar al personaje funcionó y dio lugar a esa maravilla llamada “Casino Royale”.
Tras la más que aceptable “Quantum of solace” nos asombramos con ese “Skyfall” que arrasó taquillas y, de paso, colocó al personaje en su mejor momento de forma, obsequiándonos con una profundidad argumental e interpretativa jamás vista en el medio siglo de las andanzas del popular agente.
Con el listón más alto que nunca llega “Spectre”, que no es “Skyfall” ni mucho menos “Casino Royale” –mi Bond favorito- pero que tiene la enorme habilidad de mantener los altos niveles de calidad de la etapa de Craig cuando hace unos años ya nadie esperaba mucho más de 007.
“Spectre” es, en sí, un fin de ciclo. Sam Mendes crea un film absorbente que hará las delicias de los fans más acérrimos de la saga. Plagada de auto homenajes, posee la enorme fuerza visual de sus antecesoras y te atrapa desde el mismo inicio –el de México D.F. es uno de los más fabulosos prólogos que recuerdo del personaje- sin perder apenas intensidad. Es honesta y da lo que promete, aunque pueda echarse en falta un poco más de acción hacia la mitad del metraje.
Todas las piezas encajan, todo adquiere sentido en “Spectre”. El final merecido de una mini saga de cuatro films dentro de una serie que forma parte ya de la memoria colectiva.
Aunque pueda servir como reproche los apenas tres minutos de la Bellucci en pantalla –qué desperdicio- y que al enorme Christoph Waltz solo se le saque provecho en la parte final del film, “Spectre” es un Bond que será recordado por su enorme calidad, sobriedad y por ese tema central interpretado por Sam Smith, tan bello como elegante, que es de los mejores que recuerdo. En definitiva, la enorme virtud de “Spectre” consiste en su habilidad para mantener el mito y seguir alimentándolo tras su plausible reinvención.
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Crítica por Andrés Martín
