Continuando con la senda del magnífico cine argentino de la última década, llega esta nueva propuesta del realizador Pablo Trapero para confirmar que, tras obras interesantísimas como “Carancho” o “Elefante Blanco”, ha conseguido lograr ese deseado punto de inflexión en su carrera… el que le coloca por fin entre los grandes del cine hispanoamericano.
“El Clan” es, ante todo, una excelente película. Sabe noquear al espectador con aterradora sobriedad, haciéndole mudo partícipe y cómplice de una historia que asusta por su cercanía, indagando en nuestros propios miedos, aquellos en los que el mal se esconde tras las paredes del vecino que saludas a diario.
Trapero no necesita grandes aspavientos para impactar y asombrar, su sobria realización destila no solo gran cine sino una estupenda capacidad para narrar historias.
Ese miembro del servicio de inteligencia argentino, que tras la caída de la dictadura se ve inservible a nivel profesional y que para mejorar su economía decide hacer partícipe a su propia familia de una serie de secuestros y asesinatos, con la aquiescencia de los últimos reductos del antiguo régimen, es el punto de partida de un film memorable que tiene en Guillermo Francella a ese faro que guía de manera espeluznante la narración. Y es que Francella es un actor a reivindicar de una vez por todas. Una vida entera dedicada a la comedia en cine, teatro y televisión y que en nuestro país es recordado por su entrañable Pablo Sandoval de esa obra maestra absoluta que es “El secreto de sus ojos”. Como magnífico actor que es, ha sabido cambiar de registro soberbiamente en estos últimos tiempos para convertirse en esta película en la perfecta encarnación del mal. Su amenazante mirada, su tranquila interpretación y esa frialdad que desprende en cada plano no hacen sino engrandecer una obra que merece toda nuestra atención, para que nunca olvidemos que el cine no necesita de grandes artificios para encantar, que una historia bien contada e interpretada es un oasis para aquellos que amamos el séptimo arte.
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Crítica por Andrés Martín
