Crítica de la película El renacido (The revenant) - Guía de Cádiz />

CRÍTICAS


El renacido (The revenant)

8 de 10

CRÍTICA

Iñárritu siempre ha sido un cineasta honesto, acertado cronista de las relaciones humanas que se desenvolvía como pez en el agua en películas pequeñas que contaban historias cercanas. Y ahora, en la cumbre de su carrera, afronta un reto tan difícil como es trasplantar su esencia al mundo de las superproducciones.

Pero no debemos dejarnos engañar, “El renacido” no es un “blockbuster” al uso. A pesar del enorme despliegue de medios, el director mexicano intenta conservar su minimalista concepción del cine y es ahí donde se le encuentran los defectos a esta nueva obra.
Es innegable su maestría tras la cámara, regalándonos una primera hora de metraje absolutamente descomunal. La escena del ataque inicial está rodada con talento y pasión, resultando tan vigorosa y brutal como aquel inolvidable desembarco de Normandía de Spielberg en “Salvar al soldado Ryan”. Y qué decir del tan comentado ataque del oso, tan desgarrador para el espectador como sus zarpazos, haciendo partícipe al público en primera persona del sufrimiento del protagonista. Pero de repente el film comienza a diluirse y a simplificarse a pesar de la presunta trascendencia del mensaje que nos intenta transmitir el director. La película decae en el mismo momento en el que el aspecto filosófico de una trama realmente pobre –suspenso para aquel que no pueda resumir el argumento en una sola línea- impera sobre la aventura y la acción.

Y es ahí cuando a “El renacido” se le desnudan todas las vergüenzas. De repente el film se convierte en un catálogo de bellas y, a menudo, asépticas imágenes de la salvaje América del siglo XIX. Emmanuel Lubezki, fantástico director de fotografía, le salva la papeleta a Iñárritu con su impecable labor, que de todos modos se convierte en insuficiente para mantener un film de dos horas y media de metraje.

Pero a pesar de sus virtudes y defectos, le otorgo una alta nota por la monumental interpretación de Leonardo DiCaprio. Asombroso su trabajo, cien por cien físico y visceral, como si su hambre por el Oscar le diera las fuerzas necesarias para llevar adelante un trabajo tan complejo como éste. No nos engañemos, él es la película. Su recital interpretativo pasará a la historia y le consagrará – por si ya no lo estaba antes- como uno de los verdaderamente grandes, sobre todo si no olvidamos que su anterior demostración de poderío fue en aquella magistral “El lobo de Wall Street”.

“El renacido” se disfruta cuando a Iñárritu se le quitan las ganas de parecerse a Terrence Malick, poniéndose filosófico con un presupuesto de ciento treinta y cinco millones de dólares. Pero cuando se disfruta, estamos ante un ejercicio de cine de altos vuelos.

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Crítica por Andrés Martín




 


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