Tenía una enorme curiosidad por visionar la ópera prima como director del cómico Jordan Peele, sobre todo por su impresionante éxito en la taquilla americana. Tras verla, entiendo la enorme recaudación.
Peele propone una historia con tintes y elementos de terror, pero inteligentemente va mucho más allá. Explora sabiamente los prejuicios raciales, consiguiendo una obra con momentos cómicos que no alejan la tensión y el nervio en la narración.
“Déjame salir” es una propuesta fresca y descarada, una conjunción de géneros atrevida que no se corta a la hora de mostrar los tópicos entre razas con una socarronería ejemplar. Su puesta en escena es elegante y minimalista, jugando con elementos que penetran en el subconsciente del espectador y homenajeando sabiamente a clásicos como “La semilla del diablo” o “El seductor” en su forma de transmitir temor de una manera casi aséptica pero enormemente efectiva. Entre sonrisas, el espectador se descubre atrapado en un laberinto enfermizo que refleja nuestros propios miedos y angustias.
No podemos olvidar el enorme acierto en el casting, recuperando a unos enormes Bradley Whitford y Catherine Keener que colaboran enormemente con su presencia para reforzar el tono amenazante del film.
Quizás el desenlace sea algo convencional y no esté a la altura del tono general, pero “Déjame salir” no solo se ha convertido en el “sleeper” del año, sino que renueva un género al que el susto fácil estaba matando. Existen otras maneras de impactar al espectador, solo hace falta tener el talento para saber entrar en su mente…
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Crítica por Andrés Martín
