La playa se extiende hacia el este desde punta Camarinal y abarca la sinuosa ensenada de Bolonia con un tapiz de arenas doradas y finas.
Cerca de Camarinal, las dunas se acrecientan salpicadas de matorrales y pinos, lo que le confiere a este espacio una gran naturalidad. Sus aguas son de un azul muy intenso y diáfano, apetecibles para el baño y la práctica del buceo, con fondos marinos que se transparentan en las proximidades de las rocas. El conjunto paisajístico hace que esta playa seas considerada una de las mejores del litoral gaditano, a pesar de algunas pequeñas edificaciones que se asoman hasta la ribera.
A la virginidad de este lugar de nudismos y bañadores hay que añadir el misterio que suscitan las magníficas ruinas de Baelo Claudia, situadas al pie de las dunas.
Los servicios y equipamientos de los que dispone la playa son muy completos y pueden disfrutarse sin grandes agobios, pues la asistencia de usuarios nunca suele ser masiva, estos incluyen una torre de vigilancia de la Cruz Roja y Protección Civil, señalización de peligro con banderas y lancha de salvamento. También hay lavabos móviles, vestuarios y duchas, además de otras ofertas complementarias como el alquiler de hamacas o las comidas y bebidas que se sirven en los restaurantes y chiringuitos.
Los accesos no presentan ninguna complicación, ya que la carretera pasa a 20 m de la arena, y los coches tienen cabida y vigilancia en el parking.
Por sus características paisajísticas y las buenas condiciones que ofrece para la práctica del buceo, el windsurf y la motonáutica, la playa se ha convertido en un paraíso para los bañistas, y en concreto para los surfistas que se congregan en un bar con aspecto de cabaña y que parece ser el centro de la reunión.
Le han merecido la pena a esta playa la concesión sucesiva de banderas azules.