Cada año, miles de visitantes regresan de Cádiz con la maleta llena de arena y el móvil repleto de fotos. Sin embargo, menos del 5 % de esas imágenes se imprimen. ¿Qué pasa con los recuerdos cuando se quedan atrapados en la nube? ¿Qué queda del paseo por la Caleta, de ese atardecer en Bolonia, de una tapa de camarones junto al puerto? La memoria necesita algo tangible. El artÃculo explora por qué los recuerdos merecen mejor destino que una carpeta olvidada en el smartphone.
El souvenir ha muerto, viva el objeto con alma