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Berrea

Cae la tarde en lo alto de un cerro de Los Alcornocales y el bosque se despereza con sonidos que anuncian el otoño. Salpican el monte. Son voces de advertencia y posesión. Es la berrea. Machos que serán trofeos, uno de los animales más bellos del planeta, inician su juego de sexo tras días de lluvia que los enfriaron. Ahora, explica el guarda de la finca en la que hemos sido invitados para observar, como voyeurs, este juego íntimo, ya se han calentado con el regreso de las buenas temperaturas. "¿Hoy están con ganas de rocanrol?" "De mucho rocanrol", se sonríe el guarda. Y para no llevarle la contraria, un dieciséis puntas se exhibe junto a uno de los comederos vigilando de cerca a sus chicas. A la más pequeña insinuación de un jovencillo le corretea e inaugura la jornada de berrea con un potente ruido que sale de su garganta y que se multiplica por los cerros que nos rodean. Los jabalíes observan a Dieciséis Puntas con admiraciíon. Esbelto y bello, elegante, es el rey de este monte.

A lo largo de la tarde, según va cayendo el sol, escucharemos este mismo sonido desde decenas de puntos. Escucharemos, pero no veremos, entrecruzarse las astas en la esgrima del sexo, en la más sólida metáfora de las relaciones humanas sobre el amor y la posesión.

Un espectáculo de estas características, tan insólito y hasta hace poco sólo disfrutado por los camperos, por la gente que vive en estos montes, ha ido creando su propio negocio. Varias empresas de la provincia ofertan jornadas de berrea a visitantes que cada vez son más. Y lo son porque lo merece. Quienes así anuncian su apareamiento forman parte de una actividad económica, la cinegética, que siempre se ha dado en uno de los parques naturales más completos y diversos de España. Sólo en Andalucía hay 120.000 escopetas y aunque no todas se pueden permitir las grandes monterías, todas están esperando la temporada de caza donde el rey también es el venado y cuantas más puntas mejor trofeo será. Cada puesto de una montería media se paga a no menos de 700 euros. El objetivo es abatir a estos colosos que esta tarde realizan un ejercicio viril de una plasticidad emocionante. Pero eso será después. Porque ahora es el tiempo de celebrar la vida. Y cada vez se encuentra más demanda para estos otros puestos, mucho más baratos, en los que uno va armado con primáticos y el objetivo es cazar una buena pelea, "un Frazier-Clay", como lo define el guarda, por una hembra. "No son fáciles de ver, pero si asistes a un combate en el que el aspirante desafía al campeón y el aspirante está convencido de que es su hora, puede ser una batalla de horas, hasta la extenuación, y pocas veces podrás ver algo tan excitante". Existe el mito, que dicen que nació en Los Alcornocales, de los dos venados cercanos ya a las veinte puntas, que acabaron enzarzados y enrededados en su batalla y nadie los pudo separar, pero quien nos conduce por estos senderos no tiene constancia de que esto realmente sucediera.

Tugasa, la empresa hotelera de Diputación, no puede garantizar emociones tan fuertes, pero ha seguido la estela de Cazorla, pionera en Andalucía de la berrea como atractivo turístico. La promoción de Tugasa arrancó con una promoción para quienes se alojaran en el Complejo Turístico del Castillo de Castellar. El paquete de dos noches costaba 125 euros si el recorrido se realizaba a pie, o 135 si la excursión se cubría a caballo. Posteriormente se crearon rutas por Diputación que no incluían la pernocta y se hacía la ruta de la berrea a pie por 18 euros y ascendía a 25 si se hacía a caballo. A esta iniciativa siguieron otras, como el muy activo grupo de senderismo Vulpes, que también se ofrece a ser guía de esta sensacional experiencia por el término municipal de Los Barrios.

Los turistas no son los únicos atraídos por este advenimiento del otoño. Si hay un personaje odiado por quienes cuidan de estos montes es el furtivo de berrea. Durante el paseo por estos intrincados caminos donde se ciegan los móviles y el único ruido es el que marca la llamada de los adultos que marcan su territorio y su autoafirmación de su existencia y su especie, nos cuentan cómo funciona este depredador humano. No se trata de furtivos de carne, gente de los pueblos cercanos que intentan cobrarse un animal para vender su carne. Ellos no actúan nunca durante la berrea, ya que es cuando más vigilancia hay. Se trata de gente de fuera, cazadores bien equipados, con alto poder adquisitivo, que suman al reto de la caza el de no ser cazados. No buscan carne, sino un trofeo furtivo y en la época en que los venados se encuentran en menor alerta porque su pensamiento está en lo que está. No son muchos, pero existen. Un turismo ilícito con mira telescópica.

Mientras nos van contando estas cosas uno de los venados más veteranos de la finca vive la que será quizá su última temporada de esplendor. Se separa del comedero tras haber espantado a unos cuantos adolescentes con su berrido. Desde lo alto de la loma ha sido observado por un venado joven y potente que apunta a contar con una gran cuerna, que apunta a rey futuro. quizá estaba sopesando si éste sería su momento y observa con serenidad como el rey con corona, con esa poblada cuerna, se lleva al corazón del bosque a no menos de una decena de hembras. Está seguro que llegará su momento.